Señor Jesús: ¡Ayúdame a orar dentro de mi corazón! Siempre busco orar fuera, pero no me es fácil hablarte en mi interior, buscarte en mi interior, en mi corazón.
Sé que tu reino es, al menos en parte, interior. Sé que estás en mi corazón pero como no te veo, no te noto, pasas desapercibido por mi.
Perdona Señor y enséñame a orar dentro de mi, a encontrarte donde sé que estás. Hago poco caso a esa presencia y sé que estás en mi interior esperando el que yo vaya ahí a estar contigo, a escucharte, a hablar contigo como un amigo. Quiero adorarte en mi corazón si en verdad estás ahí; me parece un desaire, una ignorancia espiritual el no entrar en mi interior para encontrarme contigo. Dulce huésped a quien tengo olvidado.
Encontrarme contigo en mi interior es una asignatura que tengo pendiente. Sé orar ante una imagen, ante la naturaleza, a través de unos salmos, ante tu presencia sacramental, pero me cuesta mirar a mi interior donde sé que estás. Eres más interior que mi interior mismo. Sé que si te encontrase en mi corazón encontraría ahí una mina llena de tesoros, llena de belleza, llena de gracia, llena de tu presencia. Pero no entro. Me quedo fuera. Me da miedo la oscuridad de una estancia donde no estoy acostumbrado a escucharte, a encontrarme contigo en amistad. Sí, te tengo por amigo, mi Dios Trinidad, mi Jesús, mi Padre celestial, mi Espíritu santificador, pero te olvido.
Te olvido porque me distraen las cosas del mundo, me intranquilizan las preocupaciones, me llenan de ignorancia el centrar mis años en otras realidades. Me falta atención a tu presencia. Temo aburrirme buscando en lo más profundo de mi alma, en lo más profundo de mi corazón.
Sal a mi encuentro Señor. Espíritu divino guíame a donde quiero llegar y no me decido. No me decido porque casi nunca me lo propongo. No me decido porque otras cosas me distraen. Me distrae el mundo exterior y no entro en mi mismo para orarte. Me es fácil un tiempo de soledad, un tiempo de silencio, pero no me es fácil bajar a mi corazón para adorarte, para alabarte, para estar contigo en dulce compañía. No me lo tengas como un desaire Señor. Yo hoy quiero entrar en mi para encontrarte. Y si te encontrara vendría otras veces con más ilusión a tu presencia.
Tal vez es que tenga muchas nubes en mi vida, muchas esperanzas puestas en lo de fuera en detrimento de mi vida interior, de la vida que tantos santos dicen haber encontrado dentro de su corazón porque Tú, Señor, has quedado allí en dulce encuentro.
Yo, pobre ser limitado y pecador quiero entrar ahí en esa dulce morada pero no sé el camino hacia ella. No sé si hay que entrar al interior de mi cuerpo como entra el aire a mis pulmones. No sé si tu presencia está en mi alma, en mi espíritu a quien no veo. Noto, mi Dios, tu presencia pero no sé seguirte en mi laberinto interior. ¡Cuánto me alegraría el encontrarme donde parece que debes de estar! ¡Te visitaría más veces! ¡Escucharía tu voz con claridad, trataría contigo temas de amistad, escucharía mejor tu voluntad en mi vida!
Sé, que después de esta experiencia, tendría que hacer tu voluntad fuera de mi, en mi vida, a través de la caridad hacia ti y hacia mi prójimo. Intuyo tu voluntad en mi, pero necesito escucharte con más atención antes que las tinieblas del olvido, de la ignorancia y de la distracción me pierdan.
¡Ven, Dios mío en mi auxilio! Enséñame cómo entrar a mi interior para encontrarme contigo; así también pudiera enseñar a otras personas, a otros cristianos a buscarte en el lugar donde yo te hubiera encontrado!
Señor Jesús: ¡Ayúdame a orar dentro de mi corazón! Siempre busco orar fuera, pero no me es fácil hablarte en mi interior, buscarte en mi interior, en mi corazón.
Sé que tu reino es, al menos en parte, interior. Sé que estás en mi corazón pero como no te veo, no te noto, pasas desapercibido por mi.
Perdona Señor y enséñame a orar dentro de mi, a encontrarte donde sé que estás. Hago poco caso a esa presencia y sé que estás en mi interior esperando el que yo vaya ahí a estar contigo, a escucharte, a hablar contigo como un amigo. Quiero adorarte en mi corazón si en verdad estás ahí; me parece un desaire, una ignorancia espiritual el no entrar en mi interior para encontrarme contigo. Dulce huésped a quien tengo olvidado.
Encontrarme contigo en mi interior es una asignatura que tengo pendiente. Sé orar ante una imagen, ante la naturaleza, a través de unos salmos, ante tu presencia sacramental, pero me cuesta mirar a mi interior donde sé que estás. Eres más interior que mi interior mismo. Sé que si te encontrase en mi corazón encontraría ahí una mina llena de tesoros, llena de belleza, llena de gracia, llena de tu presencia. Pero no entro. Me quedo fuera. Me da miedo la oscuridad de una estancia donde no estoy acostumbrado a escucharte, a encontrarme contigo en amistad. Sí, te tengo por amigo, mi Dios Trinidad, mi Jesús, mi Padre celestial, mi Espíritu santificador, pero te olvido.
Te olvido porque me distraen las cosas del mundo, me intranquilizan las preocupaciones, me llenan de ignorancia el centrar mis años en otras realidades. Me falta atención a tu presencia. Temo aburrirme buscando en lo más profundo de mi alma, en lo más profundo de mi corazón.
Sal a mi encuentro Señor. Espíritu divino guíame a donde quiero llegar y no me decido. No me decido porque casi nunca me lo propongo. No me decido porque otras cosas me distraen. Me distrae el mundo exterior y no entro en mi mismo para orarte. Me es fácil un tiempo de soledad, un tiempo de silencio, pero no me es fácil bajar a mi corazón para adorarte, para alabarte, para estar contigo en dulce compañía. No me lo tengas como un desaire Señor. Yo hoy quiero entrar en mi para encontrarte. Y si te encontrara vendría otras veces con más ilusión a tu presencia.
Tal vez es que tenga muchas nubes en mi vida, muchas esperanzas puestas en lo de fuera en detrimento de mi vida interior, de la vida que tantos santos dicen haber encontrado dentro de su corazón porque Tú, Señor, has quedado allí en dulce encuentro.
Yo, pobre ser limitado y pecador quiero entrar ahí en esa dulce morada pero no sé el camino hacia ella. No sé si hay que entrar al interior de mi cuerpo como entra el aire a mis pulmones. No sé si tu presencia está en mi alma, en mi espíritu a quien no veo. Noto, mi Dios, tu presencia pero no sé seguirte en mi laberinto interior. ¡Cuánto me alegraría el encontrarme donde parece que debes de estar! ¡Te visitaría más veces! ¡Escucharía tu voz con claridad, trataría contigo temas de amistad, escucharía mejor tu voluntad en mi vida!
Sé, que después de esta experiencia, tendría que hacer tu voluntad fuera de mi, en mi vida, a través de la caridad hacia ti y hacia mi prójimo. Intuyo tu voluntad en mi, pero necesito escucharte con más atención antes que las tinieblas del olvido, de la ignorancia y de la distracción me pierdan.
¡Ven, Dios mío en mi auxilio! Enséñame cómo entrar a mi interior para encontrarme contigo; así también pudiera enseñar a otras personas, a otros cristianos a buscarte en el lugar donde yo te hubiera encontrado!
Paz y bien muchas gracias por el texto, saludos y bendiciones, Iesus Caritas
GRACIA
Get Outlook for Android ________________________________
A ti Paola !
Paz y bien, gracias por compartir, saludos y bendiciones, Iesus Caritas