Día 16 – No pongas tu esperanza sino en Dios

«Poner la esperanza solo en Dios»

Ejercicio espiritual sobre “El peregrino ruso”

Para el 6 de septiembre

«—Te dejo la casa y todo lo que tengo; vive como Dios manda, no engañes nunca a nadie y sobre todas las cosas reza siempre a Dios; de Él nos viene todo lo que tenemos.

No pongas tu esperanza sino en Dios, no dejes de ir a la iglesia, lee la Biblia y acuérdate de nosotros en tus oraciones.

Aquí tienes mil rublos de plata; guárdalos, no los gastes en cosas inútiles, pero tampoco seas avaro; reparte entre los mendigos y las iglesias de Dios».

del 3° relato en «El peregrino ruso»

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Breve comentario  

La divagación, es sin duda, una de las costumbres que más nos dificultan alcanzar la oración continua o al menos la oración frecuente. Es ni más ni menos una costumbre y como tal tiene el peso del hábito. Pero toda rutina puede reemplazarse por otra del mismo modo que se adquirió la primera, es decir por repetición de conductas.

Nos hemos acostumbrado a dialogar en el interior de nuestra mente, desde la infancia ya empezó a suceder esto en nosotros. Por lo general y en un trazo muy grueso, es una salida, una «válvula de escape» que intenta ir compensando las carencias que se nos presentan en el terreno físico, afectivo, de situación etc. Conviene analizar brevemente esto, porque comprender las raíces del hábito, ayuda a desterrarlo.

Veamos un caso: «Estoy en la escuela, soy niño. Surge una discusión y una pelea con otro niño, este lleva la ventaja y los demás compañeros/as ríen… mientras me encuentro en el suelo algo lastimado».

Con toda seguridad, luego del suceso y ya volviendo a casa, la mente de ese niño empezó a imaginar una situación que le restaurará la estima y los desequilibrios afectivos que le quedaron luego de la pelea. «Imaginaba que lo golpeaba con severidad y que era de él de quién se reían y le decía: – no te atrevas a insultarme de nuevo – mientras entrábamos al aula, Lucía me miraba con admiración».

He ahí el mecanismo básico de la divagación mental al que nos habituamos. A este «re – crear» en la mente lo que no expresamos en el mundo o lo que aun no expresamos… por cierto, esto admite muchas variantes y tintes y situaciones. Pero el automatismo al que vivimos sometidos esta bosquejado.

Cuando intentamos ponerle freno con la oración de Jesús, advertimos cuan de continuo se da esta agitación y «trabajo» de la mente. Ciertamente, trabaja sin cesar, de día y de noche. Y es este mecanismo de la mente el que podemos utilizar a nuestro favor para llegar a cumplir la recomendación evangélica: «Orad sin cesar». (Lucas 18:1) (1 Tes. 5:17)

Ejercicio

Mientras continuamos en nuestro cotidiano, repitiendo la oración de Jesús, observemos la naturaleza de nuestras divagaciones. Algo simple, no exhaustivo, «miremos de reojo» – eso en lo que anda nuestra mente- y advertiremos temas recurrentes. Pensamientos que van y vienen siempre en torno al mismo tema.

Esto nos dará pistas sobre nosotros mismos, para luego trabajar en nuestra vida concreta, intentando mejorar aquello que nuestra mente busca equilibrar a través de la fantasía.

Un saludo fraterno para todo@s , invocando a Jesucristo

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