Vigilancia ‒Nepsis‒

Entre los grandes medios con que cuenta el monje para salir vencedor en la «guerra invisible», no se puede dejar de mencionar ‒al lado de la discreción de espíritus y de la dirección  espiritual‒ la vigilancia o, como decían los antiguos en un lenguaje más técnico, la nepsis. En efecto, tanto la dirección espiritual como la diácrisis serían perfectamente inútiles si el monje no estuviera siempre alerta, atento a los movimientos del enemigo.

El papel de la nepsis, llamada también «atención», «guarda del corazón» y «guarda del espíritu», consiste en dirigir la defensiva, y su especialidad, en vigilar las posibles sorpresas; gracias a ella, el espíritu puede repeler al adversario desde que intenta aproximarse.

Cuando Porcario, abad de Lérins, aconse­jaba: «Observa siempre la cabeza de la antigua serpiente, esto es, los inicios de los pensamientos», formulaba uno de los principios básicos de la espiritualidad del monacato primitivo.

Ahora bien, este principio de estrategia espiritual implica, evidentemente, una atención aguda y eficien­te, una vigilancia sin distracciones ni olvidos.

Por usar una imagen que Evagrio toma de la Escritura, es preciso montar la guardia en la puerta del corazón y preguntar, como Josué, a cada uno de los pensamientos que se presentan: «¿Eres de los nuestros o de los enemigos?»  Y no franquearle la entrada sin estar bien seguros de su identidad.

 «Consejos a los ascetas«  de Teófano el ReclusoEditorial Lumen

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